Capillas posteriores

Capillas posteriores

Capilla San Benito de Nursia

Fue inaugurada en 1557 y reformada en 1762 por la baronesa de Sangarren cambiando el retablo renacentista por uno situado entre el barroco y el neoclásico, en el que destacan las imágenes de San Benito y la figura de San Cristóbal en el ático, ambas atribuidos a José Ramírez de Arellano.

Esta capilla fue mandada construir por Hernando de Aragón para acoger los cuerpos de sus servidores.

Capilla de San Bernardo

Esta hermosa capilla está dedicada a San Bernardo de Claraval, figura clave en la orden del Císter. Está considerada uno de los conjuntos más majestuosos del Renacimiento español, y fue construida entre 1549 y 1557 por Hernando de Aragón para que sirviera como capilla funeraria para él y para su madre, doña Ana de Gurrea. Hernando de Aragón fue una figura de gran relevancia en su época, y tomó el hábito cisterciense en el monasterio de Piedra en 1522, de ahí su devoción a San Bernardo de Claraval.

En 1539 fue nombrado arzobispo de Zaragoza y dedicó su labor a atender las necesidades diocesanas de manera brillante. La fábrica de la capilla fue obra de Charles de Mendibe, y el magnífico retablo principal es obra de Pedro Moreto. Tallado en alabastro, aparecen los escudos de Hernando de Aragón, y narra escenas de la vida de Jesús, la aparición de la Virgen a San Bernardo de Claraval, la Santísima Trinidad, cuatro arzobispos pertenecientes a la Casa Real de Aragón y los cuatro monarcas familiares de los prelados mencionados anteriormente.

Capilla de Nuestra Sra. de las Nieves

La capilla fue habilitada por doña Ana Manrique, condesa de Puñoenrostro, para que sirviese de capilla funeraria de su hermano, don Pedro Manrique, arzobispo de Zaragoza, a su muerte en 1615.

Tiene un estilo tardogótico, de la época de Hernando de Aragón, que contrasta con su retablo churrigueresco, con pinturas de Francisco Ximénez Maza.

Capilla de San Valero

San Valero fue obispo de Zaragoza en la época del emperador Diocleciano, entre los siglos III y IV, y actualmente es patrón de la ciudad y de la Archidiócesis.
La capilla fue mandada redecorar por don Miguel Antonio Francés de Urrutigoiti entre 1696 y 1698, y el día de la fiesta patronal alberga la reliquia de San Valero, que dio a la Catedral su legitimidad como sede episcopal.

Con un estilo churrigueresco tanto en la portada como en su imponente retablo, esta capilla destaca por éste último, donde se emplazan las tallas de San Valero, San Lorenzo y San Vicente. Lo remata un hermoso Calvario.