Tras años de obras de saneamiento y consolidación, necesarias por el deterioro causado por las aportaciones de humedad del entorno y del subsuelo, el Cabildo Metropolitano de Zaragoza ha terminado de rehabilitar la grandiosa Sala Capitular de La Seo con la restauración de los últimos cuadros que faltaban para su ornato, presentándose hoy completa y espléndida en su austera elegancia.
La Sala Capitular, como indica su nombre, es el lugar en el que se reúnen los Capitulares (los Canónigos de la Catedral) para gestionar todos los asuntos referentes al gobierno y administración, funcionamiento, actividad pastoral y mantenimiento de la Catedral, así como para organizar la propia vida del Cabildo.
La Sala Capitular de La Seo de Zaragoza fue diseñada por el arquitecto José Yarza en 1804. La obra arquitectónica estaba acabada en 1808, y el conjunto se terminó en 1818.
De planta rectangular y cubierta por una bóveda esquifada, el espacio se dotó de un pavimento de azulejos, de una sillería de caoba y de un retablo dedicado a San Juan Bautista. Sus muros se decoran con diversidad de cuadros, entre los que destacan los “Santos Padres de la Iglesia Latina” y “los cuatro Evangelistas”, de la escuela de Ribera, y el de “San Jacinto orando ante la Virgen del Pilar”, obra del pintor zaragozano Jusepe Martínez, quizás el pintor aragonés más notable del siglo XVII.
El pavimento de azulejos.
El pavimento cerámico es de estilo neoclásico aunque todavía integra elementos decorativos de inspiración barroca, rococó y algunos pequeños elementos exóticos que provienen de las chinerías; lo pintó Joan Bru y Plancha, uno de los mejores pintores cerámicos del Neoclasicismo.
El encargo se hizo a las Reales Fábricas de Azulejos de Valencia, y se colocó en 1808.
La solería se adapta perfectamente al espacio para el que fue concebida, convirtiéndose en una gran alfombra cerámica.
El diseño parte de un florón central y se desarrolla en un eje longitudinal en cuyo centro se disponen tres cuadros perfilados sucesivamente por una orla de medallones cuadrados, circulares y rectangulares y por una cenefa exterior ancha, con esfinges con alas de mariposa, medallones con paisajes y figuras aladas fitomorfas en las esquinas, presididas por un florero en el ángulo; todo ello articulado por roleos de acanto y guirnaldas de flores y frutas. Los paisajes ovales de los medallones son de carácter romántico, con predominio de marinas, arboledas con personajes en escenas bucólicas y ruinas arquitectónicas, y están inspirados en los grabados de Jean Baptiste Pillement.
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